A pocos días de la esperada final de la Copa Libertadores contra Boca Juniors, Fluminense se enfrenta a una dura sanción por parte de la Conmebol. La sanción se debe a incidentes ocurridos durante el partido contra Argentinos Juniors en los octavos de final, donde la represión policial contra los hinchas argentinos dejó una marca negativa en la institución brasileña.
Además de la represión, Fluminense también fue multado por el uso de bengalas en el partido de semifinales contra Internacional. Sin embargo, los problemas no terminan ahí: un hincha lanzó un vaso de cerveza contra el banco de suplentes de Argentinos Juniors, lo que contribuyó a la sanción económica impuesta por la Conmebol.
La multa total asciende a 50,000 dólares, de los cuales 10,000 se sumaron debido al incidente del vaso de cerveza. Además, la mala condición del campo de juego también se tuvo en cuenta para la sanción económica.
La sanción llega en un momento crucial para Fluminense, ya que se prepara para disputar la final de la Copa Libertadores contra Boca Juniors el 4 de noviembre en el Estadio Maracaná. La institución brasileña deberá afrontar la multa y asegurarse de que no se repitan incidentes similares en el futuro, ya que la Conmebol toma muy en serio la seguridad en sus competencias.
A pesar de esta sanción, tanto Fluminense como Boca Juniors continúan con los preparativos para la gran final de la Copa Libertadores 2023, que promete ser un emocionante enfrentamiento entre dos equipos históricos del fútbol sudamericano.
La final se queda en el Maracaná
La incertidumbre rodeó a la final de la Copa Libertadores en el Maracaná debido al estado del campo de juego, que se había vuelto el foco de preocupación. Imágenes de un césped deteriorado circularon en las redes sociales, lo que planteó la posibilidad de cambiar la sede del partido entre Boca Juniors y Fluminense. El mal estado del campo podría afectar la calidad del juego y la seguridad de los jugadores, lo que llevó a la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) a considerar alternativas.
El escenario se complicó aún más con la negativa de Flamengo, otro equipo que utiliza el Maracaná como su sede, a renunciar a su partido programado en el estadio, lo que generó tensiones y complicaciones logísticas. La directiva de Flamengo incluso solicitó un número de entradas mayor al asignado para la final de la Libertadores, lo que se consideró un movimiento inusual y controvertido. La situación llevó a una advertencia de Alejandro Domínguez, presidente de Conmebol, a las autoridades brasileñas, advirtiendo que el partido podría mudarse a otra sede si no se garantizaba una mejora en el estado del campo y se resolvían los problemas con Flamengo.
Finalmente, a pesar de las preocupaciones, la final de la Copa Libertadores se llevará a cabo en el Maracaná según lo previsto, y los aficionados esperan ansiosos el enfrentamiento entre Boca Juniors y Fluminense el próximo 4 de noviembre. Aunque la cuestión del estado del campo de juego y las disputas con Flamengo generaron incertidumbre, la emblemática sede de Río de Janeiro seguirá siendo testigo de un emocionante enfrentamiento entre dos equipos sudamericanos de renombre en busca del título de la Libertadores.